Iceta como síntoma

el sueño del independentismo produce monstruos. Es un efecto secundario del masivo atropello a la razón, la historia, el sentido común, el derecho y, por supuesto, a esa mitad de catalanes de silenciosa aversión a la causa de una república que “no existe, imbécil”, según la frase de la ira forjada en el pecho de un mosso de escuadra interpelado por un seguidor de Torra.
Uno de los últimos productos de la razón malograda en Cataluña es el veto de ERC a Miquel Iceta como senador socialista en representación de esa comunidad. Es la apuesta del PSOE para la presidencia del Senado, que es la Cámara sin cuya conformidad no podría aplicarse el artículo 155 de la CE: intervención de una determinada autonomía si incumple sus obligaciones como institución del Estado que es.
Si, como parece, ERC confirma en el Parlament el nombramiento de Iceta, líder del PSC, podría malograrse la apuesta del Gobierno socialista por situar en la presidencia de la Cámara Alta a un hombre partidario de salidas dialogadas al conflicto. Dentro del marco constitucional, por supuesto, pero brazos abiertos a todo lo que signifique apaciguarlo, mejorar la convivencia y hacer todo lo posible por crear las condiciones que alejen la necesidad de volver al 155 como último recurso orientado a la normalización de la vida política catalana.
En ese sentido tiene razón el presidente del Gobierno cuando este día en San Sebastián valoraba el veto de los diputados separatistas (ERC, JxC y CUP) a la candidatura de Iceta como uno de los representantes autonómicos en el Senado (no confundir con los 208 elegidos en las elecciones generales del 28 de abril). Según dijo, es un ataque a la convivencia y el diálogo.
Cierto. Vetar a Iceta es vetar el posibilismo de Pedro Sánchez. Y en eso precisamente tiene una mayor responsabilidad el partido de Junqueras, porque como alternativa posibilista se presenta frente a la sobreactuación y las soflamas inútiles de Carles Puigdemont y Quim Torra.
Lo curioso es que, como una prueba más de los monstruos que produce el sueño separatista, ERC explica su paralizante posición como respuesta a la falta de “gestos” de acercamiento por parte del Gobierno. Y en este punto es donde hay que relacionar la propuesta de Iceta para presidir el Senado con un “gesto” de orientado a explorar las salidas pactadas.
El desafío a la razón queda patente en que, muy al contrario de lo que Moncloa persigue, ERC ve en la iniciativa una acción represiva por parte del Estado.
Que es un verdadero contradiós queda demostrado en el hecho de el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, defiende la iniciativa de Sánchez y ha intentado persuadir a ERC de que debía apoyara Iceta ¿Será que los nacionalistas vascos se han pasado al bando del Estado represor? 

 

Iceta como síntoma

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