CALIMERO era un pollito negro, con medio huevo como sombrero, que se hizo famosísimo en los setenta gracias a que protagonizaba una serie de dibujos animados. Era un incomprendido al que cada dos por tres se le escapaba una lagrimita, puesto que no dejaba de sufrir injusticias. Daniel Díaz Grandío, concejal de Movilidad Sostenible, no lleva medio huevo como sombrero, es más no se sabe si alguna vez se cubre la cabeza, pero por lo menos tan incomprendido como Calimero; no hay un solo coruñés que entienda alguna de sus medidas. Decisión que toma, decisión que solivianta al grupo de personas afectadas por esa iniciativa. Cómo será la cosa que hasta sus propios compañeros del Gobierno local lo ocultan para que no se note mucho que anda por allí. Los repartidores han sido los últimos en sufrirlo, ya que les ha fijado un horario para carga y descarga en La Marina que le impide realizar su trabajo de manera normal. Él, ahí sigue, inasequible al desaliento; inamovible en una inmovilidad que es insostenible.