EEUU no era el paraíso terrenal en la etapa de Obama, pero ahora todo se ha vuelto más peligroso. Por ejemplo, si a uno lo nombran consejero de Seguridad Nacional puede que solo aguante 23 días en el cargo. Que se lo digan a Michael Flynn, que se ha ido a la calle después de tres semanas y dos días, el mismo tiempo que pasó hasta que se ha autorizado de nuevo la compra de armas a enfermos mentales –todo un homenaje póstumo al histórico presidente de la Asociación Nacional del Rifle, Charlton Heston, que de vez en cuando hacía películas– y que ha transcurrido también para que Javier Bardem afirmase que no le da miedo Trump, sino la gente que lo ha puesto en la presidencia. Miedo le darán, pero allí sigue chupando el oscarizado pijo progre.