Para infortunio de la mayoría, la cúpula de la clase política española está llena de personajes narcisistas. Políticos excesivamente complacientes en la consideración de sus facultades y obras. Más lo primero que lo segundo en la mayoría de los casos visto que de Sánchez a Casado pasando por Rivera, Iglesias o Abascal, hasta la fecha: obras tangibles, pocas.Y en algún caso, ninguna.
Es una desgracia porque queramos o no, estamos en sus manos. De Pedro Sánchez en términos de obra completada solo se puede hablar de la exhumación de los restos de Franco y poco más. Y eso que desde que entró en La Moncloa y cambio el colchón, han pasado diez y siete meses con el BOE a su disposición. Del resto de los actuales líderes, en orden a obras tangibles, pocas. De Iglesias que venía de domesticar el movimiento transversal del 15M convirtiéndolo en partido político de corte piramidal, de momento, como obra concreta, se le puede apuntar el trabajo en la sombra realizado para reclutar los apoyos que desembocaron en la moción de censura que tumbó a un Rajoy que, a juzgar, por lo que cuenta en su libro de memorias todavía no se ha repuesto de la puñalada que le dieron sus socios del PNV.
En la hoja de servicios de Albert Rivera están anotados sus años de combate en Cataluña contra los separatistas. Después cambió Barcelona por Madrid y el mal de altura le dejó tocado y sin olfato para avizorar el futuro de su formación política. Al menos eso es lo que anuncian las encuestas. De Santiago Abascal, es escasa la obra fuera de la política porque siempre ha vivido de ella en tareas hasta ahora subalternas. De hecho su salto a la fama arranca en el momento en el que abandonó la nave nodriza del PP, partido al que perteneció desde su juventud.
Excuso entrar en la parroquia de separatistas y nacionalistas porque ellos van a su bola, aunque puede que sí los sondeos aciertan al anticipar las intenciones de voto, mucho me temo que seguirán teniendo por el mango la sartén de la gobernación de España. Quiero decir que tal y como pintan las cosas, sí Sánchez quiere seguir recorriendo mundo a bordo del “Falcon” va a tener que hablar con Oriol Junqueras (ERC). Otro narcisista, también, pero éste de otra naturaleza, de la rama de quienes se reclaman poco menos que instrumentos del destino a la hora de interpretar el futuro de los catalanes. En resumen, que estamos en las manos que estamos. O, dicho de otra manera, tenemos lo que nos merecemos porque somos nosotros quienes les votamos. Queda una semana para reflexionar.