Rascarse la cabeza suele ser signo de estar dándole vueltas al caletre para encontrar la solución a un problema. Aunque también puede serlo de tener el cuero cabelludo colonizado por los piojos. ¿Y si lo es de un remix de ambas circunstancias? Una mestura de ellas llevó a un emprendedor a franquiciarse con la cadena Piojitos fuera y montar su propio establecimiento en el barrio madrileño de Villaverde. El local contiguo estaba ocupado por una sede de Podemos y el negocio iba de maravilla. Pero el partido morado se mudó a otro lugar y el centro antiliendres cayó en picado. ¿Habrá relación causa-efecto?