No tenía previsto referirme al ya recurrente tema de Cataluña y la posible Declaración Unilateral de Independencia. Este último sábado asistí, en la Plaza de Armas de Ferrol, tanto como periodista como firme creyente en la importancia del dialogo, a la concentración del movimiento ciudadano en pro de exigir diálogo a ambas partes en conflicto. Éramos, a lo sumo, medio centenar de personas las que allí estábamos. Obtuve algunas fotografías y realicé una pequeña reseña del acto, que “colgué” en mi propio muro del Facebook y en las diversas páginas colectivas de Ferrol y Ferrolterra. Cuál fue mi sorpresa, que buena cantidad de personas comenzaron a poner insultos, faltas de respeto y descalificaciones personales por mi “post”, por el grave “pecado” de reclamar el diálogo entre los representantes políticos de los dos Gobiernos en franco y peligroso choque. A la vista de aquella avalancha de improperios, consideré conveniente cancelar mi publicación en aquellas páginas de la red social. Era un claro rechazo de mis paisanos a hablar. Los “biempensantes”, casi todos integrados en el PP, C,s, en el mismo PSOE, o en otros partidos o entidades ligados a la extrema derecha, declaran que no hay nada que negociar con quienes están fuera de la Ley. Estas gentes serían partidarias, más bien, de la “mano dura” policial e, incluso, algunos mas “audaces” , en un “a por ellos” mucho más drástico, se inclinarían por el desfile de los carros de combate “Leopard” por Las Ramblas de Barcelona, y, si fuera preciso, disparar algún que otro cañonazo intimidatorio para lograr la rendición incondicional de los “rebeldes” del Palau de San Jaume.
Olvidan estos firmes partidarios que la acción “manu militari” generaría, únicamente, mas quiebra social, obligaría al estado de excepción permanente en Cataluña, dejando una latente problema que afecta a la misma esencia del actual Estado español. Sería un problema añadido a un conflicto político enquistado e insoluble por esta vía. Olvidan también los partidarios de la “mano dura” que muchos de los conflictos políticos ocurridos en el mundo siempre han finalizado con el diálogo y la negociación. Se ha negociado con la ETA, con el IRA, con las FARC, por citar unos ejemplos cercanos, sin que fuésemos testigos de aspavientos y algaradas. Todo conflicto termina con ambas partes sentados en torno a una mesa de “enemigos irreconciliables” enfrentados que, finalmente, logran un acuerdo. Olvidan también los firmes defensores del “no diálogo” que detrás de los “rebeldes” de Puigdemot hay más de dos millones de seguidores. Se trata, pues, de un problema político de encaje de Cataluña dentro del Estado, y no exclusivamente de orden público, por muy fuera de la Ley que se hayan colocado. ¿Se va a proceder a la detención y encarcelamiento, no solo de los dirigentes políticos del Govern, sino también de la masa social que lo apoya? No habrá cárceles para tanta gente. Por ello, hablen, dialoguen. Como dije, no tenía pensado abordar el tema, pero como demócrata que soy, y considerando la grave responsabilidad social que asumimos los periodistas, yo asumo que hay que dialogar. La verdad es que estoy preocupado. Nos jugamos el futuro de España.