“Les tengo a ustedes”

Este slogan, común en los carteles que jalonan las carreteras y autopistas de Cuba, es de Fidel Castro, y con independencia de la falacia o eufemismo que encierra el mensaje (teniendo en cuenta de quien venía), no encuentro mejores palabras para expresar algo que debe saber S.M. el Rey… y es que, y al menos en lo que respecta al “problema” catalán, tiene a todo (o a casi todo) el pueblo español de su lado… porque no se engañen; hemos sido nosotros, el pueblo llano, los que en los días previos al 1 de octubre decidimos retirar en masa el poco o mucho dinero que teníamos ahorrado en bancos “catalanes” y llenar los balcones y ventanas de nuestras casas con la enseña nacional. Esto, unido al discurso del Rey, precipitaron que el Gobierno cumpliera con la Constitución y aplicara el 155… sólo Dios sabe si con ninguno de estos factores hoy estaríamos viviendo en un país llamado España.
Reconozco que profeso a nuestro Rey una gran simpatía. No sé si es porque nacimos el mismo año… si se debe a la grata impresión que me produjo la única vez que estreché su mano… su modo de comportarse en los actos públicos con una mezcla deliciosa de sencillez y solemnidad… no lo sé, la verdad, pero el caso es que me cae muy bien.
Pero como ser reflexivo que soy (aunque a veces no lo parezca), a poco que razone sobre la cuestión, enseguida me doy cuenta de que el Rey encarna a la perfección todos los valores (sin excluir los tradicionales) de una sociedad que dice ser moderna y avanzada. Y es que nuestro monarca, en la aludida crisis, aplicó aquel dicho militar que dice: “El cumplimiento del deber, es la más preciada virtud que puede tener el hombre de honor”. Y sí, cumplió con su deber, a costa de granjearse, por cierto, la antipatía de una gran parte de los partidos políticos y medios de comunicación que no les gustó nada que su mensaje fuera tan firme como exento de ambigüedades, a lo que era, sencillamente, un golpe de Estado en toda regla.
Y es que no hay que olvidar que lo que pasó el pasado mes de octubre no pretendía otra cosa que liquidar nuestra Carta Magna (que por cierto, tanto nos costó recuperar tras una larga dictadura gracias a la generosidad y altura de miras de todos) pisoteando de paso los derechos inherentes que tenemos todos los españoles por el mero hecho de serlo. 
Sus detractores siempre dicen que si España se constituyera en una República este señor no estaría como Jefe de Estado… pero ¿quién ocuparía su lugar? ¿un político? No, gracias, prefiero a D. Felipe, pues aunque es verdad que ostenta el cargo por un simple hecho hereditario ¿qué mejor persona que él podría ser el buen timonel que marque el rumbo de nuestra nación?
Majestad; usted a lo suyo, al frente de la nación y a combatir a los malos, que aquí nos tiene a su lado para lo que haga falta. 
 

“Les tengo a ustedes”

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