Lucifer, el mirlo y la cuerva

El ginecólogo Edurdo Vela, en las clínicas madrileñas donde ejercía (San Ramón, Santa Cristina, y otras), conseguía la “materia prima” de su negocio: Robar recién nacidos, venderlos a quienes no podían tener hijos, y falsificar documentos. Para ellos era, con su bata blanca, un mirlo blanco. Su socia, la monja sor María Gómez Valbuena, de la Orden de las Hijas de la Caridad (¡cojones!), como una pizzera, repartía bebés y cobraba. Era, con sus tocas negras, como una cuerva negra. Sor María cascó en 2013 y es seguro que Lucifer le habrá dado “trato preferente”. El. Dr. Vela, un miserable remedo de Mengele, juzgado por, presuntamente, llenase los bolsillos traficando con los bebés robados a sus madres, haciéndoles creer que  habían muerto, presuntamente les sacaba “jugo verde” a los adoptantes, que presuntamente ingresaba en sus cuentas, como un presunto hijo de la gran puta. En el juicio contra el viejo mirlo, pero no tonto, se vio afectado por el Síndrome de la Infanta. Lucifer no.
 

Lucifer, el mirlo y la cuerva

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