Espero que desde la última vez que nos reunimos en esta columna no haya habido bajas como consecuencia de una asfixia por pepita de uva insurrecta. También espero que los escasos días que llevamos de 2019 les estén resultando idílicos y que cada hora de vida la reciban como un regalo dentro de un íntimo remanso de paz. Les juro que espero todo esto porque va a durarles lo mismo que un chupa a la puerta de un colegio. Na y menos. Aviso. Para cuando nos demos cuenta, y me incluyo, estaremos maldiciendo el año estrenado y esperando ya a que el próximo sea mejor, porque no aguantamos más sobrevivir dentro de éste comiendo cada domingo con nuestro cuñado, porque se nos hace bola eso de mantener el intento de que no se mueran las plantas del salón, porque al final ves que no has ahorrado lo suficiente como para poder planear esas vacaciones a Indonesia que iban a reconciliarte con la vida y la naturaleza en comunión o, sencillamente, porque atisbas el horizonte de tu vida muy en cuesta abajo.
Bien, no se fustiguen, este mal nos azota a todos y salvo cuatro iluminados que están siempre de buen rollo y son una feria con patas, el resto pasamos el tiempo mayoritariamente quejándonos por algo. Y eso que lo de arrancar el 1 de enero siempre aporta esperanza de que la vida nos vaya a mejor, pero es que para cuando llegan carnavales ya estamos hasta la coronilla de todo y venga a maldecir nuestra propia calavera. Además, que –malos– humores aparte, también es un trajín lo de cumplir los buenos propósitos. Todos súper originales, ¿eh? Sí, sí... ¡Ni que hubiese un catálogo, oigan! “Ay, yo este año me voy a pillar el de dejar de fumar, porque me siento súper healthy y además es que eso ya no es sexy”, “Pues yo igual pago por adelantado tres milenios en el gym para que me salga más barata la cuota y obligarme a ir sí o sí”, “Uf, yo de este año no pasa... ¡Voy a emprender un idioma, aunque sea con el magic english que debo de tener aún tirado por casa de cuando iba en primaria!”, “Ja! Nada que ver con lo mío, que sí es interesante... ¡Un finde al mes, retiro espiritual! Tiembla, Ghandi”
Y así en bucle señores, dando mucha vergüenza y siendo muy ridículos... Así que yo lo único que deseo es que nos toque un buen pellizco del Niño a todos los de la departamental y podamos alargar, sólo por este año, el buen ánimo un poquito más. Hasta Semana Santa incluso, les digo. ¡Suerte!