Se está hablando y escribiendo mucho sobre las preguntas que han llevado a la quiebra al Banco Popular, considerado uno de los más saneados de España, y todas por el momento carecen de respuesta. Esperemos por el bien del sistema y su seguridad en el mismo, que todas estas dudas que sobrevuelan sobre las mentes de los afectados se aclaren de un modo rápido y también satisfactorio para los intereses de los afectados, que no solo son unos accionistas que invirtieron un capital en el accionariado de dicho banco, sino que detrás hay otros miles de ahorradores que portan bonos indexados en acciones, y también están cogidos los fondistas de inversión con su cesta de fondos ceñida a un estado de acciones diversas de las entidades cotizadas en Bolsa y también los Fondos de Pensiones de Renta variable en esta modalidad. Todos los cuales han perdido su patrimonio depositado en acciones del Popular. No solo españoles, sino también internacionales.
Pero si nos atenemos solo a los accionistas gallegos, esta legión suma casi 51.000 accionistas, con una pérdida estimada al cierre del mercado bursátil del día de la quiebra de 72 millones de euros, que un año antes sumaban 230 millones de títulos de dichos depositantes, la nada desdeñable cifra de casi 445 millones. Los accionistas gallegos tienen en su poder una media de algo más de 4.000 títulos por cabeza, debido al efecto de la Fundación Barrié del Banco Pastor, lo que representa de forma directa que el accionariado del Popular en Galicia contase con el 16% de los 305.000 accionistas, estando en posesión del 5,4% del capital accionarial.
Esta quiebra sorpresiva, nadie la esperaba, aunque algunos la conociesen, porque retiraron de forma apresurada grandes cantidades de la entidad, lo que la dejó sin liquidez, pero era un banco rentable, entre los afectados, se hallan pequeñas y medianas empresas, ya que el Popular era el que más dedicaba a trabajar este sector, tan importante para el desarrollo, por eso era tan apetecible hacerse con esta entidad, de modo que tras la reducción a cero del capital. Están grandes fortunas gallegas, empresas navales y un buen número de pequeñas y medianas empresas, así como numerosos particulares y trabajadores del propio banco que habían comprado acciones en la última ampliación y ahora se hayan sin acciones y sin dinero, lo más grave que muchos de ellos están pagando un crédito, por algo que no poseen.
Ahora vendrán las consecuencias de una quiebra de la que no se saben los motivos. Lo cierto que en este primer semestre el Santander se embolsará 32 millones de beneficios, procedentes del banco quebrado, por tanto el era rentable. La entidad cántabra tendrá que hacerse a la idea de que tendrá que abordar numerosos pleitos, bien en España o en las Cortes Internacionales, porque los inversores defenderán lo que les pertenece y se les arrebató de una forma poco usual. ¿Fue intencionada la quiebra para darle al Santander la presa? Esto se sabrá con el tiempo. Por ahora todo son preguntas sin respuesta.