La puntualidad no es una de las virtudes de Pedro Sánchez

Fraga era un auténtico maniático de la puntualidad. Muchos decían que la costumbre de llegar a tiempo a los sitios la adquirió durante su etapa como embajador en el Reino Unido. Otros dicen que nació con ella y que llegaba a tal extremo que no estar diez minutos antes en el lugar acordado, para él, era una falta de respeto. Es una pena que Pedro Sánchez haya desarrollado toda su carrera como asalariado del PSOE. Parece que los buenos modos no se prodigan por Ferraz y, tal vez por ello, decidió dejar plantado durante 50 minutos al jefe del Estado, al que no le quedó más remedio que poner buena cara y sonreír cuando Sánchez decidió pasarse por el palacio de Marivent para tener el habitual encuentro veraniego. Y lo peor es que el líder socialista no venía de cerrar un acuerdo para su investidura. Estaba reunido con eso que llaman fuerzas sociales y poco más. Es evidente que caminamos con paso firme y suicida hacia unas nuevas elecciones que pueden provocar otro año de parálisis en el país. Y lo peor es que parece no importarle a casi nadie.

La puntualidad no es una de las virtudes de Pedro Sánchez

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