Hacía algunas semanas que no teníamos una sorpresa judicial, y vino el Constitucional a tocar los huevos con eso del despido procedente por enfermedad, con causa justificada. No he leído la sentencia, pero si tuviera que hacerlo, sólo usaría un ojo, y no diré cual por respeto al respetable. Así, de pronto, y sin entrar en consideraciones de sabios/as juristas, sindicalistas, y otras personas decentes a quienes esta cosa les parece una retrógrada mierda de sentencia; si os calzan un despido así, os digo: No se os preocupar por eso; preocuparos por seguir pagando la hipoteca, aunque para ello dejéis de comer, porque si no, otro juzgado os pondrá de patitas en la calle, vía desahucio, con vuestros bártulos y enseres, niños, abuelas/os, y hasta el canario. Y es que el paciente está para machacarlo, el contribuyente para exprimirlo, y el trabajador para darle por culo todo lo que se pueda. Pero eso sí, siempre legalmente, según dice la Constitución del setenta y ocho, y que el Tribunal Constitucional interpreta como le sale de los cojones. Luego dirán que en Estrasburgo no tienen ni puta idea de las cosas.