Albert veleta

Es muy difícil defraudar a tanta gente en tan poco tiempo. El proyecto del catalán ilusionaba a muchos españoles cuando se circunscribía a Cataluña, su oposición al separatismo y al sectarismo nacionalista la ayudó a llegar al corazón de los habitantes de los lugares más recónditos de nuestra geografía, que aplaudían su valentía y veían en Rivera una oportunidad para fortalecer la unidad de España en el lugar donde se veía más amenazada. 

A partir de ahí, el líder catalán se fue creciendo hasta proyectarse a nivel nacional como alternativa al bipartidismo decadente que estaba tocado de gravedad por asuntos turbios que, aún hoy, se dirimen en los juzgados. Para este intento de expandirse por todo el territorio montó lo que se llamó el Movimiento Ciudadano, que le sirvió para abrir las puertas de las ciudades consiguiendo seguidores para un proyecto que, aunque indefinido, encontró buena acogida entre parte de la ciudadanía harta de escándalos y ansiosa de un proyecto limpio que se anunciaba como el punto de encuentro de millones de votantes que deseaban una regeneración del sistema de partidos. 

A partir de aquí empezaron las contradicciones y Albert dejó de reconocerse a sí mismo ante el espejo de la realidad. Su punto de partida fue como colaborador de las Nuevas Generaciones del PP, de ahí pasó a rodearse de antiguos socialistas del PSC que no asumían los guiños de su partido al nacionalismo catalán. Eran los tiempos en los que Rivera aparecía desnudo en las vallas publicitarias para llamar la atención; lo consiguió y llegó a convertirse en la primera fuerza de Cataluña. Ya entonces cometió un error sumándose a la candidatura europea de una fuerza ultra que fracasó. Aun así, consiguió levantar cabeza y alargó la sombra de Cs por gran parte de España; eso sí, declarándose un socialdemócrata convencido y dispuesto a firmar con el PSOE un acuerdo de gobierno como en las Cortes y que le duró poco al fracasar Sánchez en su intento de investirse presidente. 

Con Rajoy al frente del PP, Ciudadanos fue virando a la derecha en un intento de “sorpasar” a los populares, entonces Rivera se proclamó liberal convencido que hacía guiños incluso a Aguirre para tratar de seducirla y acercarla al partido naranja. Sucesivas elecciones le llevaron a pegarse al PP, pero nunca a superarlo y, aún así, se proclamó líder de la oposición al no aceptar el bronce que le regalaron los españoles. Entonces perdió la cabeza y pasó de denostar a Vox a aceptar sus votos para entrar en los gobiernos de Andalucía o Madrid, entre otros y con consecuencias desastrosas entre su electorado que nunca comprendió los giros de Rivera y que amenaza con darle la espalda en los próximos comicios. 

Todo ello con la agravante de haber renunciado a ser útil a los españoles imposibilitando tres grandes oportunidades que difícilmente se repetirán; facilitar un gobierno de España centrado y estable, evitar un gobierno escorado al mundo podemita e impedir una repetición electoral que puede ser su guillotina. Nadie entendió los bandazos de Rivera y el PP lo celebra en las encuestas. Además, consiguió algo aparentemente complicado y es que muchos españoles hagan suya la afirmación de Abascal cuando se refirió a Rivera como “la veleta naranja”. Peor imposible.

Albert veleta

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