Historias increíbles

Yo se lo cuento y ustedes juzgan: la empresa Pajarería Popular tiene, además de un negocio de pájaros de cuenta, un jefe llamado Marciano, que fuma puros, un tesorero que atiende por Márcenas el cabrito y una gobernanta llamada Jospedal.

Al “cabrito” le nombraron gerente en vida del padre espiritual de PP (Pajarería Popular) y veinte años después Marciano le aúpa a tesorero. Parece ser que durante un tiempo “hace cosas feas” para unos y “cojonudas” para otros que reciben sobres entre cinco mil y quince mil euros al mes. Dicen que Marciano y Jospedal también cataron de eso alguna vez (leer “El País”) y el caso es que se fue con la caja “B” y veintitantos millones a Suiza.

¿De donde salió el dinero? ¿De donaciones secretas y prohibidas? ¿De comisiones de constructores y similares? Sea lo que sea, delito. Pero Marciano dice que no sabe nada y Jospedal que ya le riñó un poquito. Mientras Márcenas disfrutó de un despacho con secretaria en PP (pajarería popular, recuerden) y un coche que valía para él y su santa esposa. Y como por hacer cosas malas le querían “empurar” PP (Pajarería Popular, recuerden) le puso un abogado de doscientos mil euros.

Ahora Marciano dice que Márcenas no trabaja ahí (hijo mío, si el lío fue trabajando ahí en eso de pájaros de cuenta y bichos carroñeros como las gaviotas) y entre el mogollón y su marcha, por decisión propia de la pajarería, pasó casi un año.

Jospedal dice que Márcenas no es de PP (Pajarerías Populares), pero la realidad es que va por la oficina de ese chollo y allí tiene secretaria.

¿Qué saben del asunto Marciano y Jospedal? ¿Y qué sabía el fundador de la pajarería, y el director anterior a Marciano y una serie de cargos intermedios durante tantos años?

¿A nadie le extrañó tanto lujerío? ¿Cómo el tesorero cobraba más que el jefe supremo de PP (Pajarerías Populares) hasta triplicarle el sueldo?

¿No “pillaron” el del puro y la gobernanta?

Dicen que no, pues el uno (es hombre de leyes, rico según registran sus propiedades) y a la gobernanta se le acusa de tener veintisiete sueldos oficiales (versión de “El País”) y ¿para que coño quiere más?

¿Increíble? ¿Cómo acaba todo?

Amnistía general y todos a trabajar en la telefonía.

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