Con “I” de Irene

o soy yo y mis circunstancias”, que decía ortega. pues a esto vamos, porque no me conocen ustedes de nada y es ley dar un poco la cara.
 Me decían en mi casa, allá por la adolescencia: “que tú escribes muy bien, nena, pero no te vale de nada porque no lo aprovechas”. Jo, los padres siempre animando. El problema realmente, por entonces, era que yo no canalizaba muy bien la ira que me producía tener las hormonas bailando a golpe de salsa y, en vez de usar las palabras para crear algo decente, las usaba para disparar improperios a diestro y siniestro como un AK47 a pleno rendimiento.
 El caso es que, con el paso del tiempo, fui madurando (un poquito, tampoco se crean …) y acabé por darme cuenta de lo que engancha esto de teclear, y ahí me quedé. Yoncai de la escritura, ¡qué cosas! 
La llegada de las redes sociales a mi vida ya fue la pera, porque empecé a largar opiniones por ahí, y durante años esa fue una de mis grandes vías de escape, tanto así que cualquier día me cierran el Facebook, se lo juro. Más adelante, hasta me animé con el relato corto, porque lo de la novela, qué quieren, me viene grande. Todavía. Denme tiempo. 
Y esto es lo que soy. ¿Qué más? Pues me gustan los perros, me declaro seriéfila, no como judías (ni personas, ni verduras), creo firmemente en que nunca se tienen demasiados zapatos, no me he roto nunca un hueso, la mejor manera de sorbornarme es con 1906, soy fan máxima de Rosendo, aboliría los lunes si pudiese, estoy obsesionada con los trajes de flamenca y… poco más. Porque a este paso, no voy a tener nada que contarles la próxima semana, bueno, sí, tranquilos… 
Les voy a caer muy bien. o muy mal. La verdad, suelo generar gustos extremos. Espero que, en este caso, ay, sea el primer supuesto. A mí, con leerme, ya me han ganado. 
¡Ciao, followers! 
 

Con “I” de Irene

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