Tranquilo, todo va mal

Sin dinero presupuestado para el dique flotante, ni para el ferrocarril al puerto exterior, ni para comprar los terrenos del puerto seco, con el marisqueo de la ría retrocediendo por la contaminación de los vertidos urbanos y de Reganosa (por lo menos tienen el detalle de colorear sus depósitos), sin noticias de nuevos pedidos navales que alimenten nuestro monocultivo industrial y en una comunidad sin cajas de ahorro ni bancos propios y con 800.000 pensionistas que sumados a los 260.000 parados, superan a los gallegos que todavía trabajamos.
El liberalismo económico es un fraude para el conjunto del estado y más para una ciudad como Ferrol, que nació por y para el Estado y que necesita su intervención para sobrevivir, pero el discurso de Alberto Núñez Feijoo es digno de Groucho Marx: Tranquilo, todo va mal y por lo tanto nada puede empeorar.

Tranquilo, todo va mal

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