Al contrario que su eventual punición, el delito de asesinato no se extingue. Se trata, como se sabe, de un delito sin reparación posible, ni poca ni mucha, pues con la condena del autor no se devuelve un ápice de lo arrebatado, ni un soplo de la vida de la víctima. Tampoco la condena del autor se extingue, pues hasta el fin de sus días, así transcurran décadas desde su crimen o desde que lo purgó penalmente, le acompaña la sombra, la memoria, el eco, de su acción monstruosa e irreparable, tan monstruosa por irreparable precisamente.
Pilar Baeza, candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila, participó en 1985 en el asesinato de un joven, siendo detenida, juzgada y condenada por ello a 30 años de cárcel, de los que cumplió siete. Los detalles de aquel suceso se conocieron en su día y ahora, por la proyección pública de la candidata, se han exhumado, bien que envueltos en la bruma del tiempo. La agresión sexual de la que supuestamente fue objeto Pilar Baeza por parte de la víctima, que activaría el asesinato de esta como venganza, nunca se denunció, ni se juzgó, ni se acreditó, y sí, en cambio, la vesanía y la premeditación con que actuaron los matadores, a quienes la entonces convicta proporcionó el arma de fuego con la que acribillaron a tiros al joven.
Hoy aquella convicta usa un prefijo al que tiene derecho, el de ex, pues ya pagó lo que su sentencia judicial condenatoria le exigió que pagara, de suerte que, como poder, puede perfectamente, desde el punto de vista legal, presentar su candidatura a la alcaldía de Ávila y tratar de convencer a sus vecinos de que la voten. Sin embargo, lo que no pueden convencer nunca a nadie son los argumentos que expuso en su reciente rueda de prensa, tan ayunos de humildad y arrepentimiento como sobrados de mixtificación y de soberbia.
Podría haber solicitado comprensión, confianza, apoyo, reconocimiento social de su reinserción, y muy probablemente lo habría obtenido, pero acusar a los medios de comunicación de haber “recordado” su historia, presentarse como víctima de una trama conspiratoria contra su persona, y, ya puesta en plan víctima total, asegurar que se la persigue por ser de Podemos y por ser mujer, ya se pasa de castaño oscuro, puesto que lo único que persigue a Pilar Baeza es ese eco, interior y exterior, inextinguible, y sus penosas explicaciones ante los demás.