Llegó el dato del “paro registrado” en enero, un mal mes, y, como siempre, la culpa de la pérdida de empleo y de la caída de la afiliación a la Seguridad Social la tienen “causas estacionales”, en este caso el final de la campaña navideña y la cuesta de enero, que ralentizaron la actividad económica y el consumo. También, como siempre, son los jóvenes contratados temporalmente en el comercio y en la hostelería en diciembre los primeros que vuelven a engrosar las listas del paro.
En realidad, los jóvenes siguen siendo el colectivo que más sufre los rigores de la crisis. Según la Encuesta Financiera de las Familias publicada por el Banco de España, la renta de los hogares cuyo cabeza de familia tiene menos de 35 años –los que encontraron un empleo con cierta estabilidad– descendió un 22,5 por cien entre los años 2011 y 2014.
Peor suerte aún tienen los contratados estacionales para empleos de baja calidad por la precariedad abusiva, tanto contractual –temporales, a tiempo parcial, becarios–, como salarial que a veces es de verdadera explotación. Pero los más castigados son la legión de jóvenes parados muchos de los cuáles, cansados de llamar a decenas de puertas o de ser explotados, optan por la emigración.
Ese es el escenario en el que crecen y maduran nuestros jóvenes. La precariedad hace que la mayoría sean pobres, decía Raymon Torres, consejero del director de la Organización Internacional del Trabajo. Su situación laboral es el desafío más grande del país, que ya tiene a más de una generación perdida, miles de jóvenes talentosos bloqueados en el paro o trabajando tan en precario que no pueden pensar en sus proyectos vitales de futuro, ni vivir con dignidad en el presente.
Son los grandes marginados por la sociedad. “Les condenamos a golpear puertas que en su mayoría están cerradas… cuando un futuro digno para ellos solo se logra apostando por una verdadera inclusión: esa que da trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”. La cita es del papa Francisco, la voz autorizada de un dirigente sensible que sabe que una sociedad que no cuida a la juventud no tiene futuro.
No tienen esa sensibilidad los dirigentes españoles que, además, dan muestras de incompetencia porque después de tantos años de crisis y de tantas medidas tomadas, o buscan con poco interés o por caminos equivocados soluciones al problema del paro que hace tiempo supieron solventar la mayoría de los países de nuestro entorno.