Bankia: tarde es nunca

La innegable sabiduría y precisión del refranero falla un poco en el “más vale tarde que nunca”. Para muchas cosas, tarde es nunca. El reciente empapelamiento judicial de los responsables del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores que tuvieron que ver, pero que no vieron nada, en la estafa de la salida a bolsa de Bankia, llega tarde, y la comisión de investigación que en el Congreso quiere ocuparse de desentrañar los pormenores de la dicha estafa también llega tarde. Para los españoles, que han sufrido y aún sufren daños por la debacle del banco zombi, tarde es nunca.
Va para cinco años que el juez Andreu lleva instruyendo la causa, las causas, de aquel brutal despojo que supuso no ya la quiebra de Bankia, sino su propia creación como monstruo succionador de riqueza. Pocos le han ayudado en su labor y nada, desde luego, los partidos, la patronal y los sindicatos que mangonearon en las sietes cajas componentes del engendro y que las desvalijaron a conciencia. Pero entre esas pocas instancias que ayudaron a la Justicia, esto es, a las víctimas del atraco, hay que señalar a tres: a los preferentistas, a los inspectores del Banco de España y a Andrés Herzog.
Los primeros, trabajadores y jubilados estafados por las preferentes, con su heroica lucha en las calles y en los juzgados, más solos que la una. Los segundos, procurando como peritos que prevaleciera la verdad aun a riesgo de sus carreras. Y el último, el abogado Herzog, primero con UPyD y ahora con la Intersindical de Crédito, no dejándose vencer por los fantasmas de la impunidad y revitalizando el procedimiento judicial como mosca cojonera.

Bankia: tarde es nunca

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