QUÉ manía hemos cogido en este país con el espionaje y la delación. En el colegio siempre ha estado mal visto el acusica –”acusica, Barrabás, al infierno te irás”–, pero en otros ámbitos quien no señala a otro no es nadie, sobre todo si vive en los Países Catalanes. El Gobierno de Baleares, el que prohíbe trabajar como enterrador a quien no sepa catalán, ha abierto una oficina para denunciar a los funcionarios que no usen el vernáculo –a ver si se anima Aznar, que lo hablaba en la intimidad, se saca una oposición, se traslada al archipiélago y deja de dar la lata en la Península–. La compañía de autobuses urbanos de Valencia no se queda muy atrás y ha empezado a instalar cámaras en sus vehículos para cazar a los coches que infrinjan las normas de aparcamiento. No se sabe en que idioma transmitirán la denuncia, pero se supone, ¿no?