El varón domado

la escritora Esther Vilar publicó en 1971 El varón domado, un libro en el que invierte los términos del feminismo con su tesis de que las mujeres no están oprimidas sino que son ellas las que manipulan y “doman” a los hombres usando sus estrategias de seducción siguiendo el patrón “sexo a cambio de manutención”. 
Pero el objetivo de esta columna no es hacer una crítica a ese polémico libro -no tendría cabida en la sociedad de hoy-, ni deliberar sobre el feminismo. Tomo la licencia de utilizar su título “el varón domado” como una metáfora para desgranar unas notas sobre la “domadura” que ejerció el presidente Sánchez en la apertura del curso político.
Coinciden los politólogos en que el acto fue montado como una operación de márquetin y calificaron la intervención del presidente de discurso huero, sin anunciar proyectos, presentar el plan de reformas o decir algo sobre la reforma laboral, el impuesto de sociedades, las políticas de empleo… Lo más destacado fue la llamada a la unidad -que no tiene en su gobierno- para sacar al país de la crisis sanitaria, económica, institucional y social. Llamada retórica porque la unidad, premisa para los acuerdos, hay que trabajarla y cultivarla, lo que no suele hacer el presidente y su gobierno con la oposición.   
En ese marco estuvo el colectivo de ejecutivos del Ibex como figurante, cual “varón empresarial domado” por el presidente. Todos ellos creen poco en su modelo de gobierno, pero acudieron a la Casa de América para escuchar una perorata de propaganda aburrida -“la ventaja de las mascarillas es que no te ven cuando bostezas”, apuntó Carlos Alsina- con mensajes de autoestima, como en una convención de vendedores. Son los milagros que hace el control del BOE que garantiza a su “editor” un público cautivo. 
Pero el paradigma de “varón domado” fue el vicepresidente Iglesias sentado con la casta –“los mayordomos de los ricos son los que nos están gobernando”, dijo en sus comienzos– con la que departió amablemente sin decir palabra sobre el impuesto a los ricos, a la banca, a los empresarios explotadores… ¡La de reproches que hizo a los dirigentes del Ibex! 
Ahora su épica revolucionaria, sus fobias y líneas rojas son pura retórica y sus contradicciones, el tributo que paga para mantener el poder y el status. Apuntó  irónicamente un carterista “yo soy de izquierdas pero para vivir necesito al mundo capitalista”. 
En honor a la verdad hay que decir que el vicepresidente Iglesias no es el único “varón domado” por la política y seducido por la casta. Sobran ejemplos de conversiones milagrosas obradas por el poder. Ocurre que su caso es el más rápido, espectacular y un derroche de incoherencia. ¡Las vueltas que da la vida!. 

El varón domado

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