LOS italianos son más de la pasta y la pizza, incluso de las milanesas que de las espinacas. Pero los hay que las comen y alucinan. No exclaman “¡delichiossas!”, “¡sabrossísimas!”, mientras bailan una tarantela. Alucinan de verdad y bailan la tarantela, porque en su ensoñación se imaginan que hay una orquesta tocando. Eso le ha ocurrido al menos a quienes comieron unas espinacas congeladas que podrían estar contaminadas con mandrágora, una planta con efectos estupefacientes. A ver si Popeye era un yonqui y por eso se pasaba el día dándole a las espinacas. ¡Ay, Olivia, cuánto tuviste que sufrir!