La imagen del alcalde de A Coruña, Xosé Manuel Ferreiro, jugando en su tablet mientras la portavoz de Unidos Podemos intervenía en defensa de la moción de censura contra el Gobierno del Partido Popular, no dejaría de ser una anécdota más en el ya amplio relatorio del Congreso. Digamos que se podría hacer un estudio sobre las preferencias de sus señorías a la hora de decidirse por un juego de los muchos que hay en el mercado –gratuito si es posible, por supuesto– o el tipo de lectura que, como el ministro Íñigo Méndez de Vigo –titular de Cultura– que al menos tiene a su favor el haber escogido para la bostezante sesión la lectura como elemento de refugio. Los gustos, en contra de lo que argumentan quienes los denostan, dicen mucho de las personas.
Pero no es la cuestión si un “espectador”, como lo es Ferreiro o también el primer edil de Ferrol, Jorge Suárez, o el de Santiago, Martiño Noriega, soslayan las soporíferas intervenciones. Aunque sí lo es el hecho de que no tengan otra cosa mejor que hacer teniendo en cuenta la caótica situación de los municipios que rigen. Eso de apoyar con su presencia la iniciativa de Unidos Podemos sería en cualquier caso asumible si sus personas pudiesen dar ejemplo de gestión, eficiencia o iniciativa. Pero para quienes todo lo que han aportado se ha constreñido al ámbito de las palabras y no de los hechos no deja de ser un acto de osadía que se presenten –tal vez Iglesias no lo sepa, o no prefiera no saberlo– precisamente como baluartes de lo indecible. Puede que lo de la osadía se quede incluso corto. Y es que lo que puede percibir cualquier vecino de cualquiera de las ciudades citadas –salvo, claro está, quienes mantienen como divisa la ignorancia de los hechos– es precisamente esa indolente actitud que los sostiene en el cargo precisamente porque parte de la supuesta izquierda de este país –digamos, por ejemplo, el PSOE– comulga más con su futuro político y la tesitura de verse en lides similares que con su supuesto ideario. O lo que es lo mismo, que solo el hecho de que quienes, por ejemplo, confiaron con sus votos la Alcaldía a Suárez, no utilicen idéntica herramienta política se deba más al hecho de no respaldar un gobierno de la derecha como es el del PP que a mirar por las necesidades de los que, al fin al cabo, también los eligieron a ellos. Lo del “jueguecito” evidencia en cualquier caso que no hay tareas pendientes y que todo “va bien”.