HAY que reconocer que Mariano Rajoy es un tipo con suerte. Con mucha suerte. Si a su partido le salpica por todos lados la corrupción, pues va el PSOE (su enemigo natural) y se sume en una de las crisis internas más graves de su historia, tanto que hay quien considera que a lo peor no sale vivo (entiéndase entero) de ella. Y ahora, a cuenta del informe del Consejo de Estado a cuenta del accidente del Yak-42 y que no deja en muy buen lugar a Federico Trillo, van los populares y se dan cuenta de que pueden contentar a esa oposición que necesitan para sacar adelante los presupuestos ya que tenían previsto relevar al exministro de su puesto de embajador en Londres junto a otros 70 representantes diplomáticos. De este modo, se consigue el cese del político popular sin tener que servir su cabeza en bandeja a la oposición y asunto arreglado. Un problema menos para Rajoy.