La política es una de las más nobles tareas a las que puede dedicarse el ser humano. A pesar del desprestigio de la que goza en este tiempo a nivel planetario, la política, en palabras de Juan Pablo Fusi, es una actividad libre y moral que articula y vertebra la vida en común y que es necesario recobrar el pulso moral de la política. Para ello hay que propiciar que renazcan en la vida pública los ideales de la virtud ciudadana -austeridad, sencillez, autodisciplina, renuncia al beneficio privado, mesura, moderación-, las virtudes, en suma que se constituyeron en el fundamento de la libertad de los antiguos. Todos somos conscientes de que es menester recuperar la honestidad, la decencia, algo que sabemos muy bien en que consiste y que sin embargo brilla por su ausencia tantas veces.
Por otra parte, también conviene recordar en este tiempo que los derechos fundamentales tienen mucho que ver con la Ética Política y con el bien común. Es más, puede decirse que la plena realización y efectividad de los derechos humanos supone la versión moderna del bien común, del bien de todos.
La Ética Política tiene su fundamento en el bien común y, por tanto, en los fines existenciales del hombre. Es más, la “Política” entendida como el ejercicio de la responsabilidad en los asuntos públicos tiene una evidente relación con el progreso del hombre y, por ello, con el compromiso en la defensa de la dignidad del ser humano.
La Ética Política no concibe la comunidad política como una institución de organización técnica al servicio de diversos intereses. La comunidad política se justifica en la medida en que se realiza la dignidad del ser humano concreto y en la medida en que los fines existenciales de la persona se van realizando.
La Ética Política no supone que el Estado sea un universo ético ni que los ciudadanos se justifiquen en la medida en que pertenezcan al Estado. No, el Estado está al servicio de la persona. Esta es precisamente la referencia ética más importante, y que conviene recuperar cuanto antes, no sólo en la Teoría del Estado, sobre todo en la praxis política cotidiana. Por tanto, el Estado, las Autonomías y los Entes locales entre nosotros, son el medio adecuado para la realización de la idea ética en la vida de la sociedad. Casi nada.