LOS estudiosos de la conducta de Pedro “La sonrisa” Sánchez, que los hay, deberían analizar su habilidad para elegir secretarios de Organización, porque es realmente proverbial. En su primera vida, optó por César Luena, un desconocido que a los dos días de su nombramiento ya era conocido por todo el mundo gracias a su oferta de montar una pasantía para dar clases de democracia interna a todos los partidos. Los críticos teatrales estaban asombrados de su vis cómica. Acabó traicionando a su jefe y fue convenientemente purgado. Ahora, tras su muerte y resurrección, se ha decidido por José Luis Ábalos, quien propuso hacer una quita de la deuda de Cataluña. El partido se ha apurado a rechazar semejante disparate, pero sobre el PSOE ya ha caído un aluvión de críticas. Pues nada, los estudiosos a estudiar.