dice un estudio elaborado por las universidades españolas que el número de matriculados en titulaciones tecnológicas ha caído un 30 por ciento desde el año 2000. Y más allá de las consecuencias económicas, como el hecho de que España se quedará fuera de la que se conoce como revolución 4.0 y será tecnológicamente dependiente, el drama de este asunto está en la razón por que los universitarios huyen de las ingenierías y de las carreras de ciencias. Resulta que el esfuerzo que supone estudiar este tipo de titulaciones no está compensado con el sueldo que luego reciben los licenciados. El mercado laboral no prima con mejores salarios la dedicación extra que necesitan los alumnos de los estudios tecnológicos y ellos, puestos a elegir, y por mucha vocación que tengan, no encuentran la motivación suficiente para dejarse las pestañas el doble que otros y recibir la misma nómina escuálida.