¿Qué le habrá hecho la Cultura a Ahora Madrid/Podemos? No bien dicho se hizo con el poder municipal, designó concejal a un Guillermo Zapata ayuno de ella, y como el chico duró dos días al trascender lo bruto que era, él y sus tuits, vino a sustituirle, en un rapto de inspiración de la alcaldesa, una Celia Mayer más ayuna todavía. Con tanto ayuno, era previsible que la Cultura acabara muriéndose de hambre, pero no tanto que acabaran pagándolo Juan Pujol García, “Garbo”, al que han querido quitarle la calle al confundirlo con un sicario de Franco, y los dos titiriteros granadinos, que bastante tienen con lo mantas que son.
Dejando a un lado el hecho de que es inaceptable propinar a los niños un espectáculo de tan ínfima calidad, y el de la desproporción entre la falta y el castigo, del suceso llaman la atención un par de cosas. La primera, la pervivencia en el consistorio de la práctica desaforada del amiguismo, y de las adjudicaciones “menores” a dedo, y la segunda, el morro que le echan al remunerar a los artistas. Les daban 1.000 euros por dos funciones, en tanto que el que les llamó se llevaba, por llamarles, casi 6.000, y el “coordinador” del dislate casi 18.000.
Los correligionarios granadinos de los titiriteros explican el argumento de la obra “La Bruja y Don Cristóbal”: la bruja, que vendría a ser la chica, liquida al casero, a la monja, al juez y al policía en legítima defensa, pues todos ellos la han brutalizado. Según esa explicación, la pancarta “Alka-Eta” se la pone la policía a la chica para que se la cargue a base de bien. Se trata, dicen los amigos de los titiriteros, de denunciar la persecución que sufre el movimiento libertario mediante los arcanos tradicionales del guiñol. Eso está muy bien, pero ¿y Celia Mayer? ¿De dónde ha salido esa Celia Mayer que castiga con eso a los niños?