Países importantes

Los países como las personas ocupan un lugar dentro de la compleja realidad humana en que vivimos. Al margen de la percepción que cada sociedad, al igual que cada individuo, pueda tener de sí misma y de su situación; la cuestión fundamental es la verdadera realidad que representa . Una ciudad, un pueblo, una nación son fruto, entre otras cosas, de su propia historia que incluye los condicionantes humanos y materiales sobre los que se desarrolló. Hay países y ciudades de distinta entidad y tamaño, que por eso mismo ocupan un lugar más o menos importante en el contexto internacional en que nos movemos actualmente, un mundo globalizado y muy competitivo. Algunos de esos países son poderosos y grandes, otros aspiran a serlo; mientras que un buen número se conforma o disfruta de su condición. Por supuesto, no deja de haber los que tratan de salir de una situación difícil y negativa, que por desgracia son la mayoría.
Supongo que todos sabemos cuáles son los países más poderosos e influyentes, pues suelen reunirse entre el G8 y el G20, aunque dentro de ellos mismos existen algunas categorías en las que prefiero no entrar. Al margen de esas grandes entidades más influyentes, se encuentran los estados pequeños pero desarrollados, con una altísima calidad de vida y pocos problemas relacionados con su posición política en el contexto internacional, como puedan ser Suiza y los países escandinavos.
Es muy posible que a esa misma posición de prosperidad y bienestar aspiren otras muchas entidades, dentro y fuera del ámbito europeo. La mayoría de los países que tratan de mejorar su situación, por ejemplo los eslavos, no necesitan destacar particularmente en el contexto internacional, su valor y peso radican precisamente en su progreso, que les acabará por situar en el lugar que les corresponde.
Tener un lugar modesto en un contexto nacional o internacional no es nada malo, si la ciudad o el país en que vivimos resulta no sólo habitable sino incluso privilegiado para los que lo ocupan. No se trata de un pensamiento egoísta ni de miras estrechas y cortas, sino de realismo e incluso me atrevería a decir que de necesidad.
Como historiador muchas veces me he hecho algunas preguntas: ¿qué necesidad tiene España de vivir permanentemente  de cara al exterior? ¿Por qué hemos de ser un país invitado al G20, sin entrar propiamente en ese número? No sería mejor atenernos a la realidad de lo que realmente somos y representamos, que tiene aspectos enormemente positivos, sin aspirar a posicionamientos desproporcionados, por mucho que en el pasado  los hayamos ocupado. A veces la historia es una maldición, si no sabemos interpretarla con realismo.

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