VIENTOS DE CAMBIO

Con la primavera entraron vientos en que los cambios son los protagonistas; y no solo políticos, también diocesanos. Los comicios municipales. Como saben, dieron un vuelco político que se presta a múltiples interpretaciones que los analistas matizan desde todas las ópticas. Lo importante es que los ciudadanos dimos nuestra sentencia inapelable: ya está bien de chulerías y de corrupción; sobran los políticos que desprecian a quien tiene la soberanía y piensan que están por encima de todos y todo. Los dirigentes de los partidos tradicionales han recibido la respuesta del hartazgo, aunque no lo reconozcan e insistan en que han ganado. Si comparan con lo anterior, perdieron y por paliza. Decir lo contrario es seguir pensando que somos bobos. La corrupción y la ineptitud generalizada (no sé cómo serán los que viene, pero que aprendan) fue derrotada. Al día siguiente, y oculta entre las noticias electorales, se conocieron las tasas de pobreza y resulta que son más elevadas que las anteriores; un fracaso. Una sociedad no puede estar contenta ni decir que progresa mientras crece la pobreza entre sus miembros. Espero que, los que han perdido y los que han ganado, lo tengan en cuenta y reflexionen profunda y transparentemente.
A los que van a gobernar ahora, recordarles que tienen la obligación de hacerlo para todos. Para quien les votó y para quien no lo hizo; sin demagogias y adoctrinamientos.
Coincide el cese, por cambio de Diócesis, de nuestro obispo. Mi pregunta siguiente no es quién lo sustituirá, más bien cuál es el futuro de nuestra Diócesis, que no mejora y que difícilmente lo hará, porque su problema ya es sistémico y prueba de ello es lo siguiente: asistí a una Eucaristía de primera comunión; la homilía fue la lectura de una carta de despedida del Obispo.
Muy apropiada para los niños que no entendieron, ni atendieron, lo que decía, y a tal momento añadir la “ilusión” del lector, o sea, el oficiante. Quizás es el momento de pensar si tiene sentido la existencia de la Diócesis. En fin, el dicho: se recoge lo que se siembra, está vigente. Y los que vienen, a aprender.

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