¿ESTÁ LA JUSTICIA?

El inimitable Gila hizo una parodia que, mire usted por donde, sigue de rabiosa actualidad.

Y es que, después de pasar lo que pasó, desde la magistratura española llegan voces asegurando que es “inaceptable” criticar una sentencia del Supremo, a la vez que otros aseguran que “la justicia es igual para todos, incluso para los jueces”.

A la mayoría de los ciudadanos estos episodios les recuerdan al TOP, la democracia orgánica, la ley de vagos y maleantes y los delitos de pensamiento

Y luego viene la representante en la tierra de la dama de la venda y la balanza, que ejerce de portavoz del Consejo del Poder Judicial y nos advierte de “que todos los imputados no son iguales”, lo que viene a suponer la prueba del nueve para entender mejor el caso que nos ocupa y el que preocupa, hoy por hoy, en Zarzuela.

A la mayoría de los ciudadanos –de aquí y de fuera de nuestras fronteras– estos episodios les recuerdan al TOP, la democracia orgánica, la ley de vagos y maleantes y los delitos de pensamiento, expresión y opinión.

No lo digo yo sino “The New Yorker”, a través de su corresponsal en España: “el veredicto contra Garzón, prueba de corrupción del poder judicial español y que, en 2012 España sigue siendo el país de la Inquisición”. Opiniones parecidas, pero menos elocuentes, aparecen en los principales diarios internacionales. Aquí, en España, según una encuesta hecha pública por “El País”, seis de cada diez ciudadanos se manifiestan en contra de la sentencia y en internet –en las redes sociales– se puede medir y pesar ese disgusto. Copio algunos de los mensajes: “España: Camps, inocente; Garzón, culpable; Fraga, demócrata y Urdangarin, empresario modelo”. Más: “El mensaje a la sociedad y otros jueces está claro: Todo quedó atado y bien atado. No se pueden investigar crímenes franquistas ni a corruptos” y “el tribunal que condena durísimamente a Garzón rehabilitó hace poco al juez Urquia condenado por cobrar mordidas en Marbella”.

Son algunas muestras de la indignación popular que corren como la pólvora por todo el mundo a través de todos los medios posibles, aunque, a la vez, tengamos que sufrir a los medios de la caverna que –aplaudieron una vez a Garzón, como Cid Campeador– y ahora no ocultan su obscena alegría.

¿Lo peor? “Ver cómo los poderosos manipulan los recursos que el Estado de derecho pone al servicio de todos, haciéndolos servir a sus intereses” (Mercedes Gallizo ex directora de Instituciones Penitenciarias).

Ya saben: no todos los imputados son iguales.

¿ESTÁ LA JUSTICIA?

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