Un mantra no puede repetirse, puesto que en sí mismo es una repetición. Así pues, hablar de un mantra que se repite es como hablar del agua líquida o del fuego que arde, pero, siendo esto así, el mantra de que Pedro Sánchez es el responsable único, absoluto, del bloqueo político y del desgobierno de España, se repite tanto, tanto, que rebasa con mucho la naturaleza brasa de la mantridad. Ahora bien; no es ese, el de la perfidia política de Sánchez, el único mantra con cuya monodia nos atormentan los partidos y quienes asumen y divulgan sus argumentarios desde hace siete meses.
El mantra del PP y de Ciudadanos es el que queda dicho, que la responsabilidad de que no haya gobierno recae sobre el que quedó segundo y a mucha distancia del primero, pero los de Rivera, que, al parecer, no saben tener un mantra de ellos solos, tienen también uno a pachas con el PSOE: que la persona de Mariano Rajoy es el obstáculo insuperable para remontar el marasmo. Luego, claro, también está el mantra de Unidos Podemos, mantrilla más bien, pues últimamente lo salmodian poco: que hay otra vida posible, otro mundo, otro gobierno, distinto al que pueda formar eventualmente la derecha, esto es, uno de ellos con el PSOE y con aquellos a los que no sólo les produce repeluzno pensar en el gobierno de España, sino en España.
El único que no tiene un mantra, sino a menudo un morro que se lo pisa, es el propio Rajoy, que va improvisando en la consecución de su inalterable designio de hacer lo que le da la gana. Rechazó en enero la petición del rey, rechazó someter su gobierno en funciones a la acción del control parlamentario, y ahora amenaza, igualmente contra todo decoro político, con no someterse a la sesión de investidura si el PSOE no se la regala. El mantra de Rajoy es el propio Rajoy, él mismo, un mantra raro e irrepetible, pero supone que se lo puede permitir porque los otros mantras se van desgastando con el uso, y el abuso. La ciudadanía, inerme, solo sabe por donde les metería los mantras a los mantas electos, si pudiera.