Contra todo pronóstico, Beatriz Sestayo

Cualquier lectura sobre los motivos por los que la secretaria general de los socialistas ferrolanos, Beatriz Sestayo, ha anunciado, a un año vista de las próximas elecciones municipales, que no repetirá como candidata a la alcaldía de la ciudad sirve para abrir todo tipo de debates. Sin embargo, la más inmediata lectura se circunscribe al ámbito de la última asamblea general de la afiliación local, en la que, por un solo voto de diferencia, consiguió mantenerse al frente de la secretaría general del partido en la ciudad.
Si un solo voto puede decantar en democracia el resultado de una elección, no sucede así en la cuestión estrictamente política. Criticada, vilipendiada incluso en el ámbito personal y profesional, Sestayo ha hecho frente en los últimos años a una política de acoso y derribo –se mire por donde se mire– más fruto de su particular y hegemónica forma de dirigir el socialismo ferrolano que de sus salidas de tono, si así se las quiere llamar, que, por cierto, poco o nada vienen ahora a cuento.
En política, y más en el caso que nos concierne, ese único voto dejó claro que la también portavoz del grupo municipal socialista ya no tenía capacidad para ejercer de forma casi hegemónica la representatividad que le otorgaba el partido. Sin dejar de lado lo que ya se ha convertido en una dinámica del socialismo local, que de forma recurrente en los últimos tiempos ha tenido que llevar a las instancias orgánicas superiores estas diferencias –recuérdese el caso de la exportavoz municipal Natividad González Laso, expulsada por la propia Sestayo y de cuyo expendiente en cuestión nada se sabe años después– cabría preguntarse si la candidatura del senador Ángel Mato tenía o no que recurrir a los órganos federales para poner en cuestión la legitimidad de un resultado salpicado por las dudas sobre los asistentes –y votantes– a la asamblea.
Es evidente que esto último ha pesado en la decisión de Sestayo, pero no de forma única y aislada. La mujer que ha capitalizado el protagonismo del socialismo ferrolano en los últimos años está habituada a una polémica que tiene más que ver con su forma de entender la política que con la voluntad de sus votantes pero, sobre todo, con la notable disminución de la influencia del PSdeG en la ciudad naval.
Sobre sus espaldas pesan las continuas diferencias con algunos de sus “fichajes” estrella, que la han llevado a evidenciar que el antagonismo no va precisamente con ella. 
Su apuesta por el diálogo, el consenso y la renovación, términos a los que aludió en el anuncio de su renuncia, no han constituido precisamente su dinámica. Y no solo en lo que a las tripas del partido se refiere sino también en lo que atañe a su compromiso para garantizar, y demostrar, que un gobierno de izquierdas en Ferrol puede ser realmente efectivo y estar dotado de capacidad de gestión. Su apoyo a los presupuestos de Jorge Suárez dejan claro, más que nunca, que hay fuerzas mayores que la obligan. 

Contra todo pronóstico, Beatriz Sestayo

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