Podemos sigue en el gallinero de la política por dos razones. Una, la orografía parlamentaria diseñada por las urnas. Otra, por la sindicación no escrita de los tres partidos comprometidos con el orden constitucional frente al populismo. A saber: PP, PSOE y Ciudadanos.
Son las causas de la actual irrelevancia aritmética de la izquierda mochilera. Frente a lo que Pablo Manuel Iglesias y su gente llaman “triple alianza”, nada importante puede decidir por sí sola esta fuerza política. Por ejemplo, una moción de censura al Gobierno. Sus 69 escaños le dan para presentarla pero no para ganarla. Salvo que cuente de entrada con el PSOE y, a partir de ahí, sumar a otros, hasta forjar la mayoría necesaria para investir al candidato alternativo. Esa posibilidad no existe.
Es más, la anunciada moción de censura, escenificada en el Congreso por Iglesias y sus costaleros de Unidos Podemos, ha conseguido lo contrario de lo que perseguía. Esperaba meter cizaña en el proceso de renovación interna del PSOE y ha logrado el que seguramente es primer asunto de importancia que suscita la unanimidad de los tres candidatos. El “no es no” al intento de echar a Rajoy de la Moncloa mediante una moción de censura, por escándalos de corrupción en el seno del PP, sonó con similar contundencia en sus respectivas reacciones.
Susana Díaz dijo que estamos ante un nuevo “numerito” de Iglesias, al que Pedro Sánchez le recuerda que “hace un año no hubiera sido necesaria una moción de censura” (Podemos votó contra la investidura del candidato socialista). Además de haber querido hurgar en la división interna del PSOE, sin éxito,, la otra intención de Podemos era avivar el discurso contra Ciudadanos como “la marca blanca del PP”. Así que en este caso era más previsible la posición del partido de Rivera que, como se sabe, mantiene vivo su pacto de legislatura con el Gobierno de Mariano Rajoy. “No apoyaremos ni secundaremos ningún número de circo”, dijo el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, tras la puesta en escena de Pablo Manuel Iglesias.
Todo lo cual no implica que PSOE y Cs hayan bajado la guardia en su discurso reprobatorio contra el Gobierno por los escándalos de corrupción asociados a las siglas del PP. Los dos partidos de estricto compromiso constitucional, entienden que es momento de exigir responsabilidades políticas y judiciales sin poner en riesgo la estabilidad del país, después del periodo vivido a lo largo del año 2016.