El debate de si el tamaño importa perdurará siempre en según qué foros y habrá quien diga que sí y quien defienda que no, pero a mí me resulta aterrador que estos asuntos tan peligrosos para la humanidad se banalicen y se conviertan en una cuestión de falos. No, no piensen en eso de quien la tiene más grande. A lo que me refiero es al concepto que Sigmund Freud tiene de falo y de la sensación de que tanto Trump como King Jong-Un todavía se encuentran en la primera fase de este concepto en el que los niños piensan que todo el mundo tiene pene. Les queda, pues, un camino por delante para evolucionar en la teoría de la completud cuando se vean ambos desnudos frente al espejo. Mientras, los misiles con cabezas nucleares apuntan a lugares habitados por personas inocentes que se verán afectados en menor o mayor medida en función del tamaño del botón rojo que, en caso de apretarse, solo dejará tras de sí muerte, desolación y barra libre para todos los sátrapas y orates del planeta.