Buen porte y buenos modales

El llamado a ser nuevo secretario general de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, me recuerda la ilustración con que mi vieja enciclopedia escolar abría sus lecciones de Urbanidad: un apuesto y atildado joven se encaminaba escaleras arriba hacia un edificio que parecía importante. Y debajo, un gran encabezamiento que rezaba así: “Buen porte y buenos modales abren puertas principales”.
Para quienes no lo conocen de cerca, esta es la imagen que a primera vista ofrece el personaje: buena presencia y aparente buen saber estar. Los más próximos le asignan una envidiable capacidad para la negociación y para moverse con discreción y sin demasiada visibilidad en las aguas turbias. Hábil en las distancias cortas, no se le conocen demasiados enemigos internos en el partido.
De hecho, en el largo proceso que han supuesto las atípicas primarias celebradas ha hecho gala del mejor calculismo, navegando al margen de disputas localistas y salpicaduras mediáticas. En realidad, no le hacían falta muchas más cosas a la vista de la depreciada bolsa del socialismo gallego, donde eventuales rivales de peso habían quedado amortizados por unas y otras circunstancias y él se alzaba como casi único valor emergente.
Primer presidente socialista de la Diputación de Lugo –aunque habiendo entrado por la puerta de atrás de la mano del BNG–, hoy es el único de tal partido que gobierna en Galicia una corporación provincial. Su labor de seis años ya al frente de la misma está contaminada por ese mismo nadar entre dos aguas. Ni grandes aciertos, ni grandes pifias.  
¿Cambiará Gómez Besteiro su talante político en esta nueva andadura que le obligará a salir más a primera fila y a pronunciarse sobre cuestiones tanto internas como externas que hasta ahora ha ido eludiendo? De momento, y en espera a su ratificación por el congreso de dentro de un par de semanas, se mantiene en la reserva.
Superada con amplitud la prueba de las primarias –un 77,3 por ciento de los votos le avalan–,  habrá que ver cómo restaña heridas, cierra divisiones, reparte el poder en el seno del convulso socialismo gallego  y cómo rompe, si es preciso, con los grupos de poder que le han alzado a su por hoy más alta responsabilidad política. Y lo que es más importante: qué oferta programática presentará a la ciudadanía.
En cuestiones extradomésticas, se le ha visto especialmente fuera de sitio con “la derecha del señor Núñez Feijóo”, a la que ha tachado sin más como “la más dura, más insensible y reaccionaria; la peor derecha de los últimos treinta años”. ¿Excesos de campaña u obsesión personal? Sea como fuere, no parece la mejor presentación para quien dice querer estar a la altura de las circunstancias.

Buen porte y buenos modales

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