UN ALCALDE AL BORDE DEL ABISMO

Lo que tenía que suceder en algún momento, más temprano que tarde, aconteció: el PSOE, después del juego malabar de la Marea en las tareas del municipio, acabó por hartarse de su socio debido a los constantes encontronazos verbales entre el gobierno municipal y conjunto de la oposición. La falta de seriedad en asumir sus compromisos ha llevado al traste la luna de miel que disfrutaban la Marea y el PSOE. En realidad, era algo predecible desde el inicio, aquello no podía durar mucho tiempo por la diferencia ideológica en la que se instaló la Marea desde su acceso a María Pita y ahora trata de cortejar a los populares.
El portavoz socialista reprocha el incumplimiento constante de la Marea el convertir las conversaciones en un paripé, mientras el alcalde se siente víctima de la decisión de su socio, pero esto es una disculpa, porque en el ánimo de Ferreiro quizás no estaba en llegar a ningún acuerdo, sino sacar adelante su propia idea de control municipal, pero para ello debería contar con una mayoría suficiente que no logró en las urnas; por tanto, quedaba desde el inicio bajo el férreo control de la oposición, cuyos ánimos fue socavando con sus peligrosas actitudes de querer hacer, sin hacer nada de su parte y ello acabó por arruinar el inicial entendimiento.
Ahora los socialistas están en otra onda, luego del ultimátum de Podemos para formar gobierno con los socialistas y esta metedura de pata por parte de Iglesias, han cerrado todas las puertas a cualquier colaboración entre ambas formaciones. De modo que Ferreiro tiene que hilar muy fino en sus decisiones, ya que puede verse de aquí a unos meses inmerso en una moción de censura que le obligaría a dejar la alcaldía y sus concejales relegados a la oposición. Por tanto, Ferreiro se ve en estos momentos al borde del abismo, salvo que sepa jugar los comodines que todavía le quedan en la mano, como es un acuerdo con los populares para la aprobación de los presupuestos, en un principio destinados al fracaso.
La Marea nunca asimiló desde su llegada a María Pita que gobernaría en minoría y gracias al apoyo del PSOE y BNG, pero estas ayudas no pueden ser duraderas si no hay compromiso recíproco en la voluntad del diálogo y el sentido común; pensar que aquello es un juego y hacer lo que venga en gana sin tener presente el apoyo de los socios en la oposición es una temeridad y una falta de compromiso institucional que no se corresponde con la ayuda inicial recibida para que la Marea gobernase en el Ayuntamiento.
Ahora toca hacer frente a las consecuencias de los errores cometidos, guiados por la arrogancia de quien asume el poder sin importarle sus consecuencias. La Marea gozó del apoyo socialista, no de sus rentas y las propuestas las tiene que hacer la Marea, no la oposición, para eso gobierna.

UN ALCALDE AL BORDE DEL ABISMO

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