La ofensiva contra la casta provocó una subasta de rebajas, a la que muchos se sumaron con más o menos convicción. Comenzaron por recortar los sueldos de los cargos públicos, lo que en sí mismo no está mal, y además no afecta a la calidad de la gestión. Pero como no era suficiente, añadieron entre otras medidas, la reducción del número de asesores, porque supuestamente sobraban casi todos y era mucho dinero desperdiciado.
Pero claro, una cosa es que por un compromiso personal o de partido, camufles como asesor a alguien para que te suba el café, y otra cosa es integrar en un organigrama, a una persona que sabe lo que tiene que hacer para mejorar una actividad, pongamos por caso fomentar el empleo ayudando a los emprendedores, una competencia que no es propia de los ayuntamientos, pero que los vecinos agradecerán si así se crea un determinado número de empleos en los próximos dos años.