No ha hecho más que comenzar y el desencuentro está servido. El intento de explicar en que consistía la instalación de un prometedor proyecto para los más desfavorecidos se ha encontrado con la firme oposición de los vecinos, a los cuales quizás no le falten razones para estar molestos. Y tampoco los responsables municipales han sabido dar una respuesta adecuada ni encontrar la forma más sensible de cómo hay que hacer las cosas y dejarlas bien claras.
En principio la exposición del proyecto ni se pudo llevar a efecto ante el encrespamiento vecinal por querer colocar en el parque de Eirís unos módulos para los más desfavorecidos de la sociedad; no se pudo hacer debido a que desde el Ayuntamiento no se supo abordar de forma concienzuda el delicado asunto de que se trataba.
Luego llegó la hora de dar explicaciones por parte de los concejales de turno y no supieron estar en su sitio, sino más bien los vecinos tenían que acatar lo que el municipio les dijese, bien por las buenas o por las malas.
No fueron a hablar con los vecinos en modo dialogante y escuchar primero sus temores y su desconfianza; saber por qué se oponían a dicho proyecto humanitario y desmontar con la fuerza de la razón todos y cada uno de los prejuicios que pudiesen tener ante la instalación en dicho parque del proyecto de Mi casita.
Más bien usaron la razón de la fuerza, para amedrentar al vecindario y este respondió con los mismos argumentos: “Tú quieres y puedes, yo no te dejo ni quiero tu proyecto en mi barrio, llévatelo a donde quieras, pero aquí no hay lugar”.
La asamblea casi acaba como el rosario de la aurora al verse desbordada por un público adverso a entrar en razón sobre si el proyecto era viable o dejaba de serlo. Por tanto el conflicto de intereses está servido entre el Ayuntamiento y los vecinos del barrio de Eiris, que no desean ni de lejos ver Mi casita en su parque y quieren que el propio alcalde le busque acomodo en otro lugar.
Se dijo que los sintecho no causarían molestias, que estarían controlados en todo momento, pero el vecindario recela de las promesas municipales y, por tanto, no se las cree. El asunto salió de tono cuando el propio alcalde hizo unas declaraciones poco afortunadas; debía haber actuado con mucho tacto y diplomacia, porque el tema es muy delicado para todas las partes y no se arregla firmando un edicto municipal de ubicación forzosa para instalar en aquel parque el proyecto de Mi casita.
El tema en sí aún dará mucho que hablar y las posturas están muy alejadas, tanto que no es posible llegar a ningún acuerdo en la situación actual, salvo que haya cambios de actitud y benevolencia entre las partes y que el Ayuntamiento sepa negociar con sus vecinos, que también son sus administrados y se debe al razonamiento. De modo que en Eirís no habrá el proyecto de Mi casita. ¿Haber ahora en dónde?