Como todo el mundo sabe la Guillotina fue el instrumento de ejecución más usado durante la Revolución Francesa. Se trata de un invento relativamente moderno, recibe su nombre de Guillotin quien lo promocionó por considerarlo menos doloroso que otros. La Edad Moderna, y no la medieval, como comúnmente se cree, fue pródiga en idear formas de torturar a la gente. De hecho casi todos los instrumentos de tortura, por lo menos los más sofisticados y crueles, son un invento de la “modernidad”, quien lo dude que vaya a ver el museo que sobre el tema existe en un famoso pueblo de la costa cantábrica.
Nadie niega que la tortura haya existido siempre, por desgracia eso de ser cruel es una de las realidades humanas más persistentes. Los romanos con su famosa crucifixión y otros castigos igual de inhumanos se llevan una vez más la palma. En la cárcel Mamertina, en la misma Roma, se puede consultar una lista de las torturas más habituales que allí se practicaban con los encarcelados. Más recientemente, ejemplos destacados de crueldad y miseria son los campos de concentración nacis y los gulag rusos de Stalin. También las famosas checas, con sus sofisticados suplicios, que los comunistas importaron a la España republicana.
Entre tanto, como decía al principio, durante el Terror, la etapa más violenta de la Revolución Francesa, gracias a la guillotina rodaron miles de cabezas, para regocijo de la chusma revolucionaria, que se corrió una de las juergas macabras más famosas de la Historia de la Humanidad. No se libraron ni el rey ni la reina y de ahí para abajo fueron cayendo todos aquellos, nobles o plebeyos, que resultaran sospechosos de algo.
No sé cuántos de todos los asesinados entonces por el llamado Comité de Salvación Pública, que dirigía Robespierre, eran realmente culpables de algo. No creo que nadie se mereciera morir de esa forma, y menos los inocentes, que serían la mayoría. En todo caso todo esto me recuerda, aunque sea de una forma menos sangrienta, el linchamiento que la clase política español está realizando entre sus propios miembros, algunos de ellos personas excelentes y cualificadas, a quienes se le corta la cabeza, política se entiende, con el consiguiente regocijo de la chusma.
No nos engañemos, hoy, por el momento, parece que no vamos a guillotinar a nadie, pero los bajos instintos perduran, la caza de brujas con la complicidad de algunos medios, empieza a ser preocupante. Cada día necesitamos un culpable, mientras la gente realmente más depravada pide guillotina para cualquier sospechoso que no sea de los suyos. Una cosa es combatir la corrupción y otra utilizarla como arma política. A más de uno le recordaría que Robespierre también acabó en la guillotina.