Aunque parezca mentira, ya estamos en pleno verano. Las lluvias de estos días son más propias del invierno, pero eso no quita que se incrementen nuestras ganas de ir a la playa a disfrutar del sol, para coger color y poder presumir ante propios y extraños de nuestro bronceado, que intentaremos nos aguante el mayor tiempo posible.
Sin embargo, esta práctica tan extendida hoy en día no es muy bien vista por los dermatólogos.
La mayoría de los cánceres de piel tienen una base genética, pero son agentes externos los que acaban desencadenando su aparición. Y entre estos, la exposición a los rayos del sol es uno de los principales factores de riesgo.
Una quemadura solar incrementa en gran medida la posibilidad de desarrollar esta enfermedad. Esto se debe a que estas lesiones producen mutaciones en las células de nuestra epidermis cuando se repara.
Cuantas más veces tenga que hacerlo, más se incrementan estas mutaciones y más crece la posibilidad de acabar desarrollando un melanoma.
Por eso, en los últimos años se ha puesto un especial cuidado en transmitir la idea de una correcta fotoprotección cuando vamos a la playa.
Pero ahora que se ha conseguido reducir considerablemente el número de quemaduras, los expertos avisan de que toca dar el segundo paso.
Y este no es otro que luchar contra el bronceado. Ese color moreno que adquieren nuestras pieles ante la exposición a los rayos solares no deja de ser consecuencia también de lesiones, y por consiguiente un nuevo factor de riesgo. No existe un bronceado que sea sano.
Aunque no lo tienen nada fácil en estos días en los que el moreno es considerado un factor de prestigio.
Hay quienes viven obsesionados por conseguir que su piel luzca oscura y para ello no dudan en recurrir a largas exposiciones o a instrumentos como las camillas de rayos UVA, que algunos países ya están empezando a ilegalizar por su relación con la aparición de melanomas. Incluso ya hay un nuevo término relacionado con esta obsesión: la tanorexia o adicción al bronceado.
No lo tendrán fácil los dermatólogos. Después de muchos años hablando de la importancia del sol para sintetizar la vitamina D, ahora toca concienciar sobre el riesgo de pasarse.
Esto no significa que ahora debamos huir cual vampiros, pero sí que tengamos claro que la exposición necesaria para sintetizar esta vitamina no requiere que cambiemos el tono de nuestra piel.