Decretar y excretar

Sos Comités de Defensa de la República (que nunca existió) han viajado hasta Vinaroz, pero no han viajado solos, sino acompañados de una carga de excrementos, que han esparcido en el Palacio de Justicia de la ciudad castellonense. Parece que ha sido un fin de semana lleno de mierda, porque diversas sedes de tribunales de Cataluña también han sido sometidos a este blando atentado, hasta el punto de que algunas sedes judiciales tardaron en abrirse el lunes pasado para poder ponerse en funcionamiento.
Dada la enorme cantidad de caca repartida cabe preguntarse dónde está el yacimiento de detritus y cuál es el procedimiento de transporte, puesto que se trata de una mercancía delicada, acuosa en ocasiones, y de vecindad desagradable, ya que el olor es lo más opuesto al que se percibe en una floristería.
Desde Barcelona a Vinaroz hay más de 200 kilómetros y se tarda por la autovía algo más de dos horas. No sabemos si la mercancía la situaron los transportistas de excrementos en el maletero o en los asientos traseros de sus automóviles, tomando las precauciones necesarias para que, en el futuro, los usuarios, al entrar, no sientan irrefrenables deseos de salir.
Asimismo, hay que reconocer y encomiar el sacrificio de estos miembros de los CDR, puesto que el manejo de la mierda, a no ser que se esté muy acostumbrado, como es el caso de los poceros, resulta sumamente desagradable, pese al uso de guantes y otros instrumentos defensivos.
Parece, pues, que estamos ante una campaña de expansión de la caca nacionalista, que de momento ha llegado hasta Vinaroz, pero que puede extenderse a otras autonomías. Es posible que, ante la inutilidad de los decretos de independencia, se haya pasado a una nueva etapa, una transición del decretar hacia el excretar.  

 

Decretar y excretar

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