Cada día nos bombardean con más números de los que podemos digerir. Y mucho menos, interpretar. Pero en una época en lo que todo son incertidumbres, los datos son de lo poco firme a lo que a agarrarse que hay. Y ni siquiera, que ya sabemos que las cuentas no están tan claras como podrían. Aun así, las cifras que nos dan son las que indican si estamos un poco más cerca del final de la pesadilla. Y parece que sí. Ahí van unas cuantas: cuatro días consecutivos en los que desciende el número de fallecidos, dos días consecutivos en los que la cifra de muertes está por debajo de las setecientas y dos semanas desde que se produjo un dato más bajo en este recuento. Que si se combinan con el incremento de un seis por ciento de los recuperados, que ya son más de 40.000 (cerca de un tercio del total de infectados) ofrecen un conjunto bastante alentador. Por lo menos para mantener el ánimo un par de semanas más. Aunque sepamos que las otras cifras, las de los totales de los contagios y los fallecimientos sean espeluznantes.