En 1791, dijo Mayer A. Rothschild: “Dejadme que emita y controle la moneda de una nación y no me importa quien haga las leyes”.
Este primer Rothschild envía a sus cinco hijos, a las principales capitales de la Europa de su época, con la misión de establecer un sistema bancario que estuviese fuera del control de los gobiernos, ellos se instalan en Londres, París, Viena, Berlín y Nápoles. Con esa premisa los sistemas políticos y económicos de las naciones no estarían controlados por los ciudadanos, sino por los banqueros, y para su beneficio.
Se completa su doctrina creando en cada país un Banco Central de propiedad privada (sabemos que era otra época). En su evolución este sistema de Bancos Centrales ha logrado el control sobre las economías del mundo, capaz de dominar el sistema político por los banqueros internacionales, los cuales controlan y manipulan el sistema monetario de un país, mientras que en apariencia se presenta ante la ciudadanía como controlado por el Gobierno de turno.
Los Bancos Centrales tienen autoridad para imprimir dinero, y de estos bancos es de donde los gobiernos toman dinero prestado para pagar sus deudas y financiar sus operaciones, cediendo su independencia y autonomía al monopolio bancario.
Los mercados financieros y los bancos actúan globalmente como multinacionales cuando obtienen beneficios, pero las pérdidas cuando ocurre el desastre de una quiebra bancaria son de carácter nacional, aplicándose procedimientos legales y judiciales hasta conseguir salvarles con rescates fiscales, pagados con el endeudamiento personal de la ciudadanía de cada país. La política monetaria del mundo es demasiado importante como para dejarla en manos de los gobiernos.
Cuando los Estados entran en guerra se hace indispensable un Banco Central internacional en la sombra, que coordine a los Bancos Centrales de cada nación. El origen de ese banco en la sombra es el BIS (Banco de Pagos Internacionales) o Banco de Basilea que operando durante largo tiempo entre bastidores, en un hotel abandonado en la ciudad Suiza de Basilea, nace para la recaudación de los pagos por las indemnizaciones de los daños impuestos a la Alemania vencida tras la I Guerra Mundial, lugar donde se tomaban semanalmente, durante décadas, las decisiones de devaluar o defender una moneda, fijar el precio del oro, subir o bajar los tipos de interés, libertad de movimientos y depósitos en paraísos fiscales… Con la creación, en 1944, del FMI y el Banco Mundial se piensa que ya no sería necesario mantenerlo, pero continúa jugando el mismo papel privado para la economía mundial.
En 1977 decide mostrar su potencial trasladándose a una nueva sede en la Torre de Basilea, en Suiza, un edificio en forma de rascacielos de dieciocho plantas. Va saliendo siempre reforzado tras los intentos de suprimirlo. Ya desde 1930, por un tratado internacional firmado en La Haya está exonerado del pago de impuestos, a pesar de estar constituido como banca comercial con accionistas limitados.
Precisamente los Bancos Centrales europeos temen, durante la crisis de los años treinta, un colapso del sistema bancario si no coordinan adecuadamente sus acciones de rescate. Con aquella experiencia, en las posteriores crisis de la II Guerra Mundial, la del Petróleo …, se va innovando y adquiriendo más competencias en este Banco de Bancos Centrales. A finales de los noventa el FEB (Foro de Estabilidad Financiera), pasa a denominarse Consejo de Estabilidad Financiera y entra en la sede del BIS, y también el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea que desarrolla un programa de reforma bancaria, incluyendo a su órgano de vigilancia Grupo de Gobernadores, siguiendo el mandato asignado por el G-20, en su cumbre de Pitttsburg, en 2009.
Mientras el Banco Mundial realiza préstamos para el desarrollo económico, y el FMI atiende las finanzas de los gobiernos concediéndoles préstamos, condicionados a seguir sus recetas neoliberales de recortes de gastos y ampliando los impuestos, el BIS mantiene estrechas relaciones con los Bancos Centrales de los países con unas funciones político técnico doctrinales, consideradas por muchos analistas como por encima de la ley, goza de inmunidad, no paga impuestos y dispone de policía privada. Por ello no es de extrañar que nuestro MAFO (Miguel Ángel Fernández Ordóñez) apareciera ante los medios de comunicación hablando de salarios, vacaciones de los trabajadores españoles, etc., cuando estábamos ante una crisis de malversación en las Cajas de Ahorros, sobre las que tenía un informe de los Inspectores del Banco de España guardado en un cajón de su despacho, pues ese dato no correspondía con la lección dictada cada semana en las reuniones secretas en el Banco de Basilea, de las cuales no informaba ni al Gobierno, ni a las Cámaras de representación ciudadana.
El Banco de Basilea obtiene beneficios de cada transacción, de sus depositantes que son los Bancos Centrales, por lo cual es altamente rentable y no ha tenido necesidad de ayuda de los gobiernos. Los fondos principales del BIS son en oro, y opera en el intercambio de divisas con respaldo de la moneda oro entre países, y actúa como cámara de compensación de operaciones multinacionales durante las guerras. Es el Club privado de los banqueros centrales, que se reúnen entre bastidores, donde alcanzan acuerdos con absoluta privacidad, y sin documentación transparente a los gobiernos de cada país, por su alta capacidad para el secretismo, pues se cubren con la manta del BIS. Este Club supone mucho más que un banco, al que no dudan en pagarle altas comisiones y especiales tipos de interés por recibir fondos a corto plazo y todo tipo de información financiera privilegiada a nivel mundial.
La compra-venta de oro de los Bancos Centrales no suele publicitarse, ni siquiera sabemos donde realmente se encuentras depositado, pero todo se realiza a través del BIS. Parece ser, que el Banco Central de Alemania tiene depositado su oro en USA, y que ante la situación actual pidió verlo físicamente y le dieron una larga cambiada, todavía no se lo enseñan.
Finalmente a modo de anécdota, comentar la extrañeza de los soldados norteamericanos que combatían en la II Guerra Mundial, al ver camiones Ford conducidos por las tropas nazis, y conocer que el 70 % de tanques y otros materiales de combate fueron fabricados por la GM y la Ford con mano de obra esclavizada procedente de los campos de concentración, y gracias a la financiación facilitada desde Suiza con fondos en oro, saqueados en varios países europeos.