a heráldica es la ciencia de los emblemas, representaciones gráficas convencionales, que han servido y sirven para identificar de manera plástica a familias, personas e instituciones. Los emblemas aparecen normalmente dentro de un escudo, dispuestos y organizados en cuarteles, bandas u otras formas geométricas con fondos de distintos colores. Hoy cualquiera puede buscar por internet el escudo heráldico correspondiente a su apellido, aunque por lo general el resultado solo tiene un valor anecdótico y ningún rigor científico. Entre quienes utilizaron ese tipo de escudos de forma efectiva, se encuentran las antiguas familias nobles y los gremios. Los primeros como símbolo de su poder y riqueza, los segundos de su oficio. En el siglo XII, el conde de Cabrera, puso una cabra en su escudo. En cambio, los gremios, como el de los herreros o de los carpinteros, solían poner algún instrumento representativo de su oficio.
A mí me parece que las costumbres heráldicas, hoy un tanto en desuso, podrían volver a recobrar algo de su antiguo esplendor. Así ocurriría si, por ejemplo, sirvieran para identificar a algunos de los grupos más representativos de nuestra sociedad. Se puede empezar por el de los políticos, muy numeroso, cuyo escudo de armas podría incluir una cuerda con nudos para trepar, sobre fondo azul, rojo (de gules), morado o anaranjado; incluso uno universal cenizo para todos. Otro caso es el de los tertulianos para quienes propondría una sopa de letras muy bien acuartelada y la palabra camelo en la leyenda. No quiero olvidarme de los okupas, cuya proliferación y descaro merece tener emblema propio, para que lo puedan poner como símbolo allí donde sea necesario. El motivo más destacado y apropiado de su escudo sería un viejo caserón, lo más desvencijado posible, lleno de pintadas y con muchas narices en la bordadura. También se merecen su emblema el grupo de los famosillos más destacados de la prensa rosa, consistente en distintos gestos hechos con la mano con uno o dos dedos extendidos, según convenga, y acuartelados en aspa. Algunos, los más listillos, podrían lucir una tarjeta black, sobre fondo de oro o plata; mientras que al recién creado grupo de “portavozas”, le correspondería un diccionario de la Real Academia, abierto por la “voza” indocumentada o indocumentado, según corresponda. Eso sí, todos ellos, los emblemas, con muchos lambrequines o plumas en la cimera, coronada por una enorme boina. Son solo algunos ejemplos, dejo a la imaginación y buen humor de los lectores, enriquecer estas propuestas o incluir otros grupos con sus correspondientes atributos, que en algunos casos es mejor no poner por escrito.