FIJO QUE TIENES UN MÓVIL

Dicen los expertos que allá para 2020 –solo quedan cuatro años– tres de cada cuatro habitantes del planeta Tierra llevarán un teléfono móvil en el bolsillo. Los expertos vienen siendo los señores –casi todos son señores– que se reúnen estos días en Barcelona para el Mobile World Congress, en el que se analizan las últimas tendencias y se explican cosas como esta. Lo que no queda claro es cómo se comunicará con sus congéneres ese uno de cada cuatro en un mundo en el que el estatus ya no se mide tanto por el coche o por la casa como por tener el último celular del mercado.
Las innovaciones van desde las perrerías que se le pueden hacer al aparato –como sumergirlo sin tener que resucitarlo luego en un bote lleno de arroz o doblarlo– hasta convertirlo en unas gafas de realidad virtual para videojuegos. 
Hace poco más de veinte años que lo llevamos encima y hay que reconocer que nos ha cambiado la manera de comunicarnos. Aunque se inventó en los años 60 no sería hasta mediados de los 80 cuando se empezó a comercializar, gracias a Motorola. Eso sí, en Estados Unidos y entre aquellos que entonces se llamaban yuppies. No era para menos: costaba más de 4.000 dólares y pesaba casi un kilo. En España se popularizó a finales de los 90 y, desde que cambiamos de siglo, ya no sabemos vivir sin él. Seamos sinceros, ¿quién no vuelve a casa si se lo ha dejado olvidado? 
Antes, cuando se llamaba al fijo, la pregunta era “¿qué haces?”; ahora, “¿dónde estás?”. Se podía llamar y colgar, porque nadie sabía que eras tú quien no había reunido el valor suficiente para hablarle a ese muchacho o muchacha que tanto te gustaba. Incluso había cabinas, esa especie de ataúdes verticales de cristal que lo mismo servían para que se cambiase Supermán como para atrapar a José Luis López Vázquez. Lo malo de los tiempos del fijo era que había que estar esperando en casa, mano sobre mano, a que nos llamaran para quedar. Ahora, mandamos nuestra geolocalización, el mapa de Google y publicamos en Facebook, con foto incluida, lo bien que está el restaurante en donde comemos. Los más desconfiados creen que eso puede servir para que te secuestren más rápido; los más confiados pensamos que de esta forma la Policía tendría más pistas para dar caza al secuestrador.
Según el Instituto Galego de Estatística, más del 96% de los gallegos tienen móvil. O sea, fijo que tienes un móvil. Otra cosa es que sirva solo para llamar –qué atraso, un teléfono para hablar por teléfono– o que sea de esos smartphones que hacen que sea la parte más inteligente de algunas personas. Lo suyo, al igual que cualquier otro invento, es utilizarlo con cabeza y no solo porque sea la parte del cuerpo donde lo ponemos para hablar; se trata de que el smartphone nos permita acceder a documentos y contactos, a comunicarnos más y mejor y a ganar tiempo para luego aprovecharlo, no perderlo tras una pantalla. Seamos listos y sigamos el consejo de Les Luthiers: “La cosa no es saber, sino tener el teléfono móvil del que sabe”. 

FIJO QUE TIENES UN MÓVIL

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