¡Cuidado con la afición!

Santiago Lorén que, además de médico era escritor, o al revés, sostenía la divertida teoría de que los médicos no podrían hacer nunca huelga, y, en caso de que la hicieran, saldrían perjudicados. Basaba su razonamiento en que, durante una semana de huelga, atendiendo solo casos urgentes, podría ocurrir que se llevara a cabo una encuesta donde podría determinarse que, en esa semana, fallecieron muchas más personas que cuando funcionaban con normalidad los servicios sanitarios, y que esas muertes caerían sobre la responsabilidad de los galenos. Cuando planteaba esta hipótesis, siempre había un colega que le daba la vuelta al argumento: “¿Y si hay menos fallecidos?”. Y entonces, Santiago Lorén contestaba: “Eso sería un drama. La gente se preguntaría para qué servimos los médicos si cuando estamos en huelga mejora la morbilidad”.
Recordaba esta anécdota, porque los puntos suspensivos tras las elecciones parece que se van a prolongar bastante, y que el actual candidato, como el Alcoyano, pedirá prórroga si al primer mes no puede lograrlo.
Desde luego, los componentes del gobierno interino me imagino que están yendo a su despacho con un entusiasmo fácil de describir, y me puedo aproximar a lo que será dentro de un mes. Pero hay otro elemento más peligroso y es que no se puede estar semana tras semana manteniendo la expectación. Ni en un Madrid-Barcelona. Y van a matar a la afición. Vamos, que algunas persona, al comprobar que sus vidas no cambian pueden comenzar a plantearse para qué sirven estas señoras y señores a los que les pagamos el sueldo, si da lo mismo que formen gobierno o no, o que se operen de algo. Santiago Lorén que, además de médico era escritor, o al revés, sostenía la divertida teoría de que los médicos no podrían hacer nunca huelga, y, en caso de que la hicieran, saldrían perjudicados. Basaba su razonamiento en que, durante una semana de huelga, atendiendo solo casos urgentes, podría ocurrir que se llevara a cabo una encuesta donde podría determinarse que, en esa semana, fallecieron muchas más personas que cuando funcionaban con normalidad los servicios sanitarios, y que esas muertes caerían sobre la responsabilidad de los galenos. Cuando planteaba esta hipótesis, siempre había un colega que le daba la vuelta al argumento: “¿Y si hay menos fallecidos?”. Y entonces, Santiago Lorén contestaba: “Eso sería un drama. La gente se preguntaría para qué servimos los médicos si cuando estamos en huelga mejora la morbilidad”.
Recordaba esta anécdota, porque los puntos suspensivos tras las elecciones parece que se van a prolongar bastante, y que el actual candidato, como el Alcoyano, pedirá prórroga si al primer mes no puede lograrlo.
Desde luego, los componentes del gobierno interino me imagino que están yendo a su despacho con un entusiasmo fácil de describir, y me puedo aproximar a lo que será dentro de un mes. Pero hay otro elemento más peligroso y es que no se puede estar semana tras semana manteniendo la expectación. Ni en un Madrid-Barcelona. Y van a matar a la afición. Vamos, que algunas persona, al comprobar que sus vidas no cambian pueden comenzar a plantearse para qué sirven estas señoras y señores a los que les pagamos el sueldo, si da lo mismo que formen gobierno o no, o que se operen de algo. 

¡Cuidado con la afición!

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