por mucho que los millones de Europa nos ayuden a superar la crisis provocada por el coronavirus, la realidad es que los datos que van asomando hacen temerse lo peor. En el segundo semestre del año, España destruyó cerca de 1.100.000 empleos. A esta cifra hay que sumarle los casi cinco millones de españoles que no están trabajando porque se encuentran en un ERTE, lo que hace que el sistema no los considere como parados. Se trata del peor dato de toda la historia desde que hay registros y, además, en un periodo en el que se solía producir el fenómeno contrario, ya que las empresas del sector servicios se dedicaban a realizar las contrataciones necesarias para afrontar la temporada de turismo de verano. Da miedo imaginarse lo que sucederá cuando en septiembre decaigan los ERTE y nos encontremos con la vuelta a la normalidad laboral. El golpe se presume que será muy duro, tal vez demasiado.