Cuando Pablo Casado destituyó a Cayetana Álvarez de Toledo de la portavocía del PP en el Congreso, todos los comentaristas consideraron un cambio de rumbo del PP hacia posiciones más moderadas. Al elegir a Cuca Gamarra como portavoz, me di cuenta de que lo que se pretendía era un lavado de cara, sin que afectara para nada al discurso que representaba Álvarez de Toledo, porque, cada vez que tenía ocasión, despotricaba contra la composición del gobierno dejando apelativos como social-comunista y otros de similar calado. En una reciente conferencia de prensa, no vaciló en acusar a Pedro Sánchez de “Dictador” por haber impuesto el Estado de Alarma; una Ley Orgánica del 81, que permite aplicarse en caso de crisis sanitarias, y otras. A una pregunta de una periodista, sobre si realmente consideraba que era una decisión dictatorial el cierre, e ilegítima la composición del gobierno, Gamarra se vino abajo.
Desde la composición de este gobierno, todas las derechas no dejaron de llamarlo “ilegítimo”. Ahora, además, aquellos que vivieron tan cómodos durante los 40 años de dictadura, ponen en entredicho actuaciones democráticas, que habían acordado hace otros 40 años de democracia, y llaman dictador a quien, en función de un mandato democrático, acude en auxilio de posibles víctimas de negligencia política.
De ser ilegítimo el gobierno, habría que pedir explicaciones al Tribunal Supremo, por dejadez de funciones. No entiendo como siendo, además, de mayoría conservadora, permite tal despropósito. ¿O será que, como es de recibo, es un “gobierno democráticamente elegido”?
Lo peor de la situación actual, no es el coronavirus, si no, la crispación que las tres derechas llevan una y otra vez, a las cámaras, intentando convencernos de la ineptitud del Gobierno. Si la pandemia llegara con un gobierno del PP, no tendríamos Ertes ni Ingreso Mínimo Vital. Esa gente demostró siempre de qué lado están. Isabel Díaz Ayuso, hace unos días, comentó: “Sacrificar un 1% de la población, a favor del 99% restante”. Estamos hablando de 66.000 personas. Naturalmente, pueden intuir ustedes de qué barrios sería el 1% sacrificado. Tienen el corazón de piedra. Son muy cucos.