MOURIÑO, que con “ñ” es apellido de persona ponderada, todo lo contrario de lo que ocurre con la versión con “nh”, propio de un asalvallado total, la ha montado y buena en Vigo. Ha decidido llevarse al Celta a la diáspora; no se sabe si a este lado del puente de Rande o un poco más abajo de lo que está, pero sí es seguro que abandona el feudo del todopoderoso Caballero, don Abel. El presidente celtista ha sido concluyente y ha asegurado que el acuerdo es “irreversible”, o sea, todo lo contrario que el anorak, que te lo puedes poner de un lado o del otro. Vamos que en este caso Balaídos va a quedar para la liga interna de Citroen o para los partidos del Coruxo –menudo campazo para Segunda B–, pero de los de verdad, de los que interesan, de los que durante muchos meses se jugaron con aquellas hermosas lonas, no habrá ni uno. En cambio, en Mos, en Redondela, en O Porriño... en el municipio donde se levante el nuevo estadio –¿se llamará Carlos Mouriño?– puede que hasta haya encuentros de la UEFA. ¡Menudo follón!